martes, 27 de septiembre de 2011

Capítulo VIII: Primeros movimientos

“Catania no se visita: se vive”
¡Uff! ¡Cuánto que contar!
El Agora Hostel (estupendo para conocer gente, cenar y tomarte unas cañas a la hora feliz) se nos aparece con un toque surrealista: ruidos de la gente al dormir, terremotos en las literas de arriba, baños que son toda una experiencia, un personaje aparcacoches que no para de decir dietro, dietro! a una frecuencia descomunal (y yo, escuchando mi nombre a todas horas), desayunos que parecen una concentración Erasmus…  Y alguna Moreno que te echa en cara que duerme en la suite presidencial del hostal: compartiendo con otra chica, no suben escaleras, tienen una cama de matrimonio y un baño propio… ¡¡BAÑO PROPIO!! ¡¡¡ENVIDIA!!!
Al menos empiezas a conocer a la gente: catalanas, madrileños, vascos, gallegos, murcianos… y, sobre todo, andaluces (¡son un plaga!). ¡Gente de toda España! ¡Y cada día llegan más! Frases míticas empiezan a escucharse: “¡Mátame camión!”, “va a pincho”, “la zona cero” (pescadería del mercado central), “va como el ojete”, y suma y sigue. A esto le llamo yo diversidad cultural, ¡jaja! Por ahora, me voy haciendo compañeros: compañera de vino, compañera de Fuoco dell’Etna, compañero de 4 euros en Casper2… ¡Esas pequeñas cosas que tiene la gente Erasmus!
Son días también de papeleo y charlas: Welcome Day, organizaciones Erasmus, carta de aceptación, URI, contratos, Giurisprudenza para arriba, Giurisprudenza para abajo, Monastero dei Benedettini para arriba, Monastero dei Benedettini para abajo… ¡Dejádnos en paaaaaaz!
También aparece la ESN, con Alessandro, Veronica y Enrica destacando. Nos llevan por mil y una casas para ver y para poder encontrar piso. ¿Un breve resumen? Subir escaleras, bajar escaleras, subir escaleras, bajar escaleras, subir escaleras, bajar escaleras, subir escaleras, bajar escaleras, subir escaleras, bajar escaleras… Al tercer día ya comparto piso con Roy, Jaime y Sandra, en un palazzo que se encuentra al lado de un cine porno y de la calle de los travelos (¡puntazos Erasmus, jaja!). Se encuentra en la Via Sangiuliano, a un minuto del Teatro Massimo Bellini, y muy cerca de Via Etnea y de la Fiera. ¡Que está genial situado, vamos! ¡Y tiene un gato con bronquitis o reuma o algo raro! Mi cuarto se parece a uno del s. XVIII, con tanta madera y un armario empotrado gigante, así que creo que lo voy a decorar para darle más vida. ¡Ah! ¡y es enorme!
La AEGEE no se queda atrás: Antonio Morelli, Dario, Giuseppe, Mario, Floriana y demás compañía la lían parda también: el chumba-chumba sonando por todas partes, el zapatófono… Como la ESN, aparte de ayudarnos con los pisos, nos dan charlas de todas las actividades que harán (cursos de cocina, viajes, fiestas, actividades culturales, etc.), nos llevan por la ciudad para que no nos perdamos (una de mis características, por cierto)… No sabría decir que habríamos hecho sin AEGEE y ESN… ¡Dan ganas de hacerse de ellos!
¿Típico de aquí? Arancini (por excelencia), Gnocchi, pomodoro, prosciutto e mozzarella por todas partes, pizzas (como no, c’è la Italia), pasta alla Norma, verduras riquísimas (la tierra volcánica es lo que tiene), carne de caballo (fuera prejuicios: ¡qué rica!), quesos buenísimos, chocolate, cannoli di ricota, helado, helado y más helado, latte macchiatto, crema di caffè, mandarini, Lemon Seltz, acqua frizzante, el terrible Fuoco dell’Etna (el fuego de la amistad, según Morelli), etc. ¡Y llevamos una semana sólo!
Para comer y cenar, tienes un amplio repertorio para elegir: L’Étoile (también llamado 24 horas, y al ladito del hostal), Dopo Teatro, Camelot, Agora Hostel, Minipizzas, un barrio paralelo a Sangiuliano con terracitas para tasquear mientras escuchas música (rollo más bohemio, vamos)… ¡Fácilmente puedes cenar por 5 euros!
Sobre el tema nocturno, la clave por ahora está en Teatro Massimo Bellini: La Bodeguita del Medio (consulado español por excelencia) y Casper2, aunque si te va más el rock, puedes acercarte a La Chiave o al Mezzoparola (y aquí dejar algo apuntado para la eternidad).
Curiosidades que hayan pasado, muchísimas:
·      Comer una hamburguesa de carne de caballo del Dopo Teatro en Piazza Bellini y escuchar de fondo la ópera
·         Ir a un restaurante y darte cuenta que estás chafando televisiones incrustadas en el suelo
·         Ir a una panadería y que ya te conozcan sólo por un día (Ah! Il ragazzo de Valencia!)
·         El jaggermeister es tu amigo
·     Conocer a los Erasmus del año pasado que están aquí por exámenes, y pensar que son tu modelo a seguir
·         Encontrarte con un papel higiénico más grande que una cisterna
·      Que el gato reumático y casi ciego se meta en tu casa cuando está todo cerrado, y no saber por dónde narices se mete
·      Caminar por la calle y, de repente, encontrarte con unas ruinas preciosas o con unas cuestas mortales
·         Adaptarte al ritmo de vida catanés (sobre todo, a la hora de cruzar la calle)
·         Descojonarme por dentro al escuchar a un andaluz y a un vasco hablando
·         Que el acento andaluz se me pegue, y me pregunten si soy de Córdoba o por ahí
·         Crear tradiciones y descubrir los mejores cuatro euros invertidos: 3 chupitos de Jaggermeister y dos birras de medio litro
·         Conocer a la gente de unos pocos días y que parezca que seamos colegas de toda la vida
·         Ver pasar a un perro e imaginarte que si le pides la pata te hace el símbolo de “capisci
·         Emparanoiarte al sentirte observado por las palomas
·         Que te regalen una camiseta por imitar a un caballo
·         Pensar en francés al hablar italiano
·         Desear que los días tengan 30 horas sin contar horas de sueño
·       Ir a la playa, pagar la entrada (sí, hay playas privadas) y notar que la arena es diferente (con piquitos negros, otro color y un mayor peso); meterte en el agua y descubrir, al girar la cabeza, que ves toda Catania y el Etna de fondo (¡qué imagen! ¡quiero un cuadro!)
·         Subir al autobús sin billete: aquí quien ticka es tonto
·         Tener un móvil de diez dígitos y que empiece por 3
·         Bailar el Chumba-Chumba
·         Regatear a mercaderes “a lo marroquí”
·         Encontrarte con un parque al que le cambian la fecha cada día
·         Ponerme casi a llorar cuando veo papel higiénico normal
·         Ir a comprar al EuroSpin: supermercado de yonkis, indigentes y Erasmus
·   Pasar calladitos por la calle “oscura”, que un travelo te suelte “ma veramente, ma veramente”, y que Roy tenga la osadía de agacharse a apoyar el agua como si se le hubiera caído una pastilla de jabón
·         Y muchas y muchas más cosas que no paran de hacerme sonreír.
Porque es lo que estoy sintiendo en Catania: no paro de sonreír, me brillan los ojos como a un enano. Cada día que pasa me parece más bella la ciudad, los cataneses es de lo más gentil que he conocido hasta ahora, cada rincón tiene sus pequeñas sensaciones, cada gente tiene sus pequeñas cosas. Y es que, aunque vivamos demasiado deprisa, las pequeñas cosas siempre son las más importantes, y las que más disfrutas.
Creo que es lo que necesitaba: un buen cambio de perspectiva en la vida.
Grande AEGEE. Canción: Chumba-Chumba


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