Al
final, el Erasmus como tal se resume en una maldita carta que te entregan como
si fueras una paloma mensajera. “¿Para qué están las nuevas tecnologías?” es
una pregunta aún sin resolver para algunos. Y, bueno, acaba con la imagen de
cientos de caras apenadas por un regreso inminente… Una cara de mierda, sí:
parece el fin del mundo.
Eso sí,
también hay “hasta luego”s, “te llamaré”s, abrazos, silencios, lloros, mocos…
Sí, como decía Luispa: “¡daaaando peeenaaaa!”.
Pero
eso es una etapa más por la que pasamos todos. Lo importante es que tus
aventuras quedan grabadas en un huevo de recuerdos, tantos que son imposibles
de contar. Recuerdos de ésos con los que has compartido tanto, de los que se te
han pegado mil y una expresiones. Aquellos que son una pequeña porción de tu
historia y tu personalidad. Un pequeño motor de cambio. El final de “L’auberge
espagnole” tenía razón, lo clavaron:
“Elijo
un futuro sin salidas. Haré lo que siempre quise hacer: está claro, escribiré.
Lo veo todo nítido, ahora lo veo todo claro, simple. Nítido.
Creía
que era así. No soy así, ni así, ni así. Ya no soy así, ni así, ni así. Ahora soy
todo esto. Soy él, y él, y él. Y él, y también él. Y también soy él. Y yo soy
él también (“Quiero ser escritor”). Y a él no quiero decepcionarle.
Soy
ella, y ella, y ella también.
Soy
francés, español, inglés, danés… No soy uno, sino varios, como Europa, una casa
de locos. Soy un caos, soy todo esto. Soy un caos, soy todo esto.
Al fin
puedo empezar a contarlo todo. Todo empezó ahí, cuando despegó el avión. ¡No,
no, no! ¿Qué dices? No es una historia
de aviones que despegan. Aunque sí: es la historia de un despegue.
Todo
empezó ahí.”
Y es
que parece que van por ahí los tiros. Todos hemos cambiado. Yo ya tengo un
pequeño Figueiras dentro, y una pequeña Cervós, y un pequeño Jeimus, y una
pequeña Mónica, y un pequeño Luispa, y un pequeño Nazi, y más… Y es que las
cosas más pequeñas suelen ser las más importantes…
Y para
que no se me olvide quién soy, quién he sido, quiénes han sido, decidí crear
este blog, y vomitar en forma de tinta y mierda lo más destacable de este año.
¿Por qué? Porque esto ha sido lo más parecido a un punto de inflexión que he
vivido nunca. Y es que, como la peli dice, “es la historia de un despegue”.