lunes, 10 de septiembre de 2012

Prólogo: ERASMUS ONCE, ERASMUS FOREVER


Hay gente que escoge la Erasmus para pegarse el año de su vida. Otros para dejarse llevar. Otros para salir del nido, aprovechar oportunidades, aprender un idioma o enriquecerse culturalmente. Razones más que suficientes para aceptarla. Mi caso es algo diferente: me fui a vivir una aventura, una prueba personal. Me fui para no malgastar más el tiempo, para decidir y ordenar mi cabeza. Digamos que quise ver la luna llena cuando había toque de queda. Y la vi, y durante más tiempo del previsto. Y no me arrepiento de nada. Estoy seguro de que fue la opción más acertada. Tal vez, la única.
Y vuelvo con el orgullo de no haber perdido ni tiempo ni cabeza, y con la sonrisa de haber experimentado tan buenos momentos, con el recuerdo de haberme maravillado con tantísimos lugares. Vuelvo con energía, con vitalidad. Vuelvo con ganas. Con ganas de empezar proyectos. Con ganas de trazar (y no seguir) un camino. Con ganas de cambiar el mundo. Al menos, mi mundo.
¿Qué qué ha pasado? Tocará empezar/volver a leerlo todo. A revivir este cuento. A volver a soñar qué ocurrió. Una pista: solía empezar decenas de planes, y no acababa ninguno. Algo habré cambiado. ;)
Porque esto no acaba entre estas páginas. Una vez, escuché decir “Erasmus once, Erasmus forever”. Y me encanta esa máxima.

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