lunes, 10 de septiembre de 2012

Capítulo XLIII: Últimos días


Días de Acitrezza y playa, de saltos y de snorkle. Días de birreo en el Ágora, de papeleos con la Belfiore, de cambio de vuelos. Días de ver aviones despegar, de tiempo muerto, de firmar banderas. Días de disfrute, de sonrisas y recuerdos.
Días de despedidas, de caras frustradas. La realidad es así: de repente le da por hacerte un fondo con una pequeña aguja de florete, y la burbuja en la que vivimos te explota en la cara. Es hora de volver a la realidad, hora de dejar este pequeño sueño como un recuerdo.
Últimos días por aquí, en la Catania que vemos con otros ojos, en la Catania que nos acogió por un año. El Erasmus da sus últimos coletazos.
Sí, estoy como estamos todos: jodido. Jodido porque la gente se va, y ya no se puede hacer aquello de quedar todos los días a cualquier hora. Jodido por saber que no voy a poder verlos tanto como quisiera. Pero sonrío: a los verdaderos no los quiero perder. Y lo que he vivido por aquí no se podría remplazar por nada. Las despedidas son una de las peores sensaciones que existen. Pero llevan detrás miles de historias. Y sólo por esas historias merece realmente la pena decir un “a dopo”. Estoy enormemente feliz de haber hecho una aventura en este pequeño paraíso.

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