viernes, 26 de agosto de 2011

Capítulo IV: Tiempo de espera, de nervios


“Vive tu vida, sólo la tuya. No pienses tanto en la de los demás, no te marees.
Lo más importante eres tú, y lo segundo, seguir siendo tú.
 Un griego de esos famosos ya dijo que nuestra felicidad depende de nosotros mismos.
No cabe la menor duda.
 Vive tu felicidad, no la de los demás, y que los demás no vivan la tuya.
Es sencillo, no te compliques: Camina, corre, suda, grita, ríe, canta, goza, sueña, baila, vuela...
 Estos son los mejores años de nuestra vida, ¡vívelos!”

 
Agosto 2011: Comienza mi verano. Un verano que llega tarde, pero que durará más que cualquier otro. Un verano de desconexión, de disfrute. De mirarle el ombligo a la luna, de fumarme el tiempo a tranquilas caladas, saboreándolo. De saber de qué soy capaz, de conocerme a mí mismo. Y de poder escucharme más por dentro, y hacer más sordos los oídos por fuera, para que mis ideas o ideales no sean ecos del discurso de otros, como esporas que se reproducen con el viento que expulsa la voz cantante.

Por ahora, un verano cargado de volleys y playa, de colchonetas hinchables, de pubs, de festivales. Descubrimiento de una nueva sangría, volver a Sant Hilari a por litronas y TGVs, cerrar Tremendo Mundo, fiesta blanca de Alex, paintball kontikero, barbacoa y piscina en casa de Serra…

Y de nervios. Empiezan los nervios…

La application form que no llega, así que toca volver a enviarla y esperar a que contesten. Además, creo que me han cambiado de facultad y me han metido a una que suena más aburrida: “Diritto” (¡Agh! ¡Ascazo!). Y para más inri, en el hotmail tengo un billete Valencia-Milán para el 14S cancelado. Ya ves, Vueling a veces juega malas pasadas.

¡Bah! ¡No pasa nada! Así tengo la excusa perfecta, y empezaré mi cuento Erasmus un pelín antes, seguramente el 13, con una visitilla express a Milán.

Y es que eso de pensar que me quedan poco más de dos semanas sólo me saca sonrisas. ¡Y me mete un “no-se-qué” en el cuerpo con el que me dan ganas de saltar!

Sólo queda esperar un poco más. ¡Y disfrutar lo que me queda!

Para aquellos que piensen que a veces perder el tiempo es necesario para no perder la cabeza. Canción: “A la luna se le ve el ombligo”, Fito y Fitipaldis (Los Sueños Locos)


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