martes, 3 de julio de 2012

Capítulo XXXIX: Echar la vista atrás (I): Malta

Del 11 al 18 de abril
Un poco tarde, ya lo sé... Pero tenía que comentar algo de este viaje. Sobre todo porque se apuntó una de las más grandes personas que he conocido en la vida: mi pequeño hermano, Adrián Ortiz.
Ortiz (o Cazorla, como quieras llamarlo) es un pavo de 19 tacos, pequeñín, sonriente y con un cachondeo en el cuerpo que anima hasta a un loro afónico. El día que lo conocí, hace ya unos 8 años, me creó la "copa interminable", y me dejó K.O. soltando tonterías a una de las Damas... Y desde entonces, han sido mil y una aventuras. Digamos que es uno de esos personajes tan míticos que a veces te encuentras en el camino, y que sabes que vas a mantenerlo en el tiempo. Es un tío al que, si no le ves, lo extrañas. Uno de ésos que te apetecería ver todos los días para una cerveza, para unas risas o para una locura. Un tío con el que puedes contar para cualquier cosa, alguien que no te va a fallar. Un Nacho Figueiras de la vida, vamos. Ortiz, te amo; heterosexualmente, te amo.
Este duendecillo tan adorable de la vida se vino a visitarme toda una semana a una pequeña isla al sud de Sicilia: la maravillosa Malta. Malta es un pequeño paraíso: bastante económico, con un tiempo generalmente bueno, toda una costa de playas de piedra, miniciudades, un huevo de lugares con encanto...
El caso... yo llegué el 11, para ir pillando las cosas (llaves, cena...), y recogerlo en el aeropuerto al día siguiente, que él llegaba por la noche. La noche la pasé en el Sprachcaffe, a las afueras de St. Julian's. No está nada mal, por cierto. La noche del 12 pillamos un apartamento para dos personas en Bugibba (una ciudad al norte de Malta), el Topaz Apartment Hotel. La ciudad no tenía nada interesante que ver (una mierda, ¡para qué mentir!), pero el hotelazo... ¡¡pffffff!! ¡¡Otro cantar!! Salas enormes, con piano, pub irlandés, piscina tremendamente guapa, torneo de tenis... Y el apartamento... ¡Impresionante, de verdad!
Claro, ¡esto había que celebrarlo! ¡A la antigua usanza! Cena con cerveza y "algún" cubatilla para empezar...
Eso sí, luego busca fiesta por ese pueblo aburrido... Ni un puto antro donde poder morir en paz... Al final, lo único que encontramos fue una máquina expendedora en la que compramos zumo de multifrutas como mezcla. ¿Mezcla para qué? No sé, la genial idea de Ortiz de crear el gin-tropic, creo. No estaba mal, para qué engañarnos. ^^
Al día siguiente, ¡rumbo a Paceville los cuatro juntos! (Ortiz, yo y las respectivas resacas que nos acompañaban). ¡A buscar a Nacho, Sofía, Leyre, Julián y Jorge, que ya han llegado! Como aún faltaban por llegar las de Almería, Carlos, Manuel y Luispa, nos fuimos a tomar algo a una calita cerca del apartamento (y unos quesitos y un poco de chorizo, cortesía de la casa).
A partir de ahí, se resume en ver un huevo de cosas y salir "un rato" por las noches. Vamos, no dormir en absoluto. ¿Qué hay que ver?
- En Malta:
  • St Julian's, Sliema y toda su costa empedrada, sus fortificaciones, su estatua de Love al revés y del revés, sus barcas típicas maltesas...
  • Mosta: por el centro de la isla. Lo único que tiene es el magnífico Duomo de la isla (impresionante, por cierto, ¡pero no vayáis en pantalones cortos si queréis entrar!), y una tiendecilla que vendían una torta gigantesca de espaguetis por 1,20 €, ¿eh, Luispa?
  • La Valletta: para ser capital de un país europeo deja que desear bastante... Pero bueno, con lo enana que es, tampoco se puede pedir demasiado. ¿Lo curioso? En 630 metros agrupa un total de 29  edificaciones religiosas, destacando sobre todo la más importante: St John's Cathedral. No sólo lo religioso destaca en La Valletta: Republic Street, arteria de la capital, es un conglomerado de tiendas; y si bordeas la ciudad por los muros (sí, la ciudad está amurallada) más orientales, te topas con un casco histórico medieval acojonante, con sus jardines Barracca y sus cañones "victoriosos" abajo, los antiguos jardines de lo que una vez fue el castillo... ¡Ah!, ¡y llegar a la ciudad utilizando una barca-taxi y bordeando la isla de los leprosos merece mucho la pena!
  • Golden Bay. Por favor, ¡quién vaya a Malta y no vaya a Golden Bay es para pegarle una colleja! Golden Bay es la cala más famosa de Malta, con una arena anaranjada y se encuentra en la parte más occidental de la isla (vamos, relativamente a tomar por el culo). Al principio, es una playita de mierda: bonita, sí, pero parece que no merece la pena pegarte el viaje hasta allí para sólo eso... Eso es lo que pensábamos, hasta que, al dar una vuelta con Ortiz por los 150 m de arena que habrían, nos damos cuenta que hay gente que sube por una montaña que acaba en la misma arena... ¡Claro que sí! ¡¡Vamos a hacer senderismo descalzos!! A los 10 metros, "Ortiz, macho, volvamos a por unas zapatillas", y de paso a avisar a la gente... Sólo una cosa: las vistas desde arriba son impresionantes, pero impresionantes. Y la playa que hay al otro lado de esa montaña, también. Y las montañas que hay detrás de esa pedazo de playa, más aún, sobre todo si las subes (perfectas para hacerle un homenaje a Carlos Gil, "aaaaaaaaaaaaaro que síiiiiiii!!!!!!"). E incluso hay más playa detrás (y de arena blanca), pero nos dio por no bajar, ¡el tiempo apreta! ¡Por cierto, si alguien va, y va al bar de la playa buena, que le pida el número a la camarera, que a mí se me olvidó! ;)
  • Mdina: Me enamoré de Mdina. Fue, creo, la noche más surrealista que he pasado en Malta. Situémonos: volvíamos reventaos de Golden Bay, y paramos en Mosta para ver el Duomo. La gente allí ya estaba petadísima, y decidieron irse casi todos al apartamento. Nos quedamos cinco: Ortiz, Nacho, Luispa, Julián y yo. Al pillar un bus que nos llevaba por a saber dónde, al final paramos en Mdina, un ciudad-castillo en perfectas condiciones al lado del Rabat. Genialmente conservado, y donde hacen ferias medievales de vez en cuando. A parte de perderse por las calles del castillo, hay que hacer parada obligatoria en dos lugares: una tienda de recuerdos (entra, entra, y verás que par de... ejem, ejem... que te llevas un buen recuerdo, ¡vamos!) y una terraza para tomarse unas cañas, ¡con unas vistas al Rabat acojonantes! Pero el panorama no era ése... Eran los 5 tipejos que habían llegado en bañador y toalla a tomarse algo, a lo guiri extraño y sadomasoquista, mientras la peña estaba abrigada porque hacía un frío que pelaba... Sólo estaba la sudadera de Nacho para todos, y... ¡¡venga a rulárnosla!!
- Gozo: Gozo es precioso. Mezcla de la cultura europea del sud y la árabe. Pero sólo tiene un inconveniente: casi todo es igual, como si hubieran hecho un copy-past por toda la isla. La capital, Victoria, es un poco... vamos, que quitando un par de vistas del castillo, no tiene casi nada... Bueno, playas por doquier, y Azzurro Windows. Eso sí que es majestuoso. ¡Una creación natural como pocas! Como curiosidad, allí se grabó la boda de Daenerys Targaryen, de Juego de Tronos, ¡un magnífico paraje! Y allí, además, si pillas buen tiempo, te puedes hacer un recorrido por las cuevas en una barca típica, que dicen que es... ¡otro mundo!

- Comino: Fue de las pocas cosas que nos faltó por ver, como los templos de Malta y de Gozo, o Blue Grotto, en Malta. Pero dicen que merece mucho la pena, sobre todo Blue Lagoon... ¡Para la próxima!

¿Y por la noche? Si algún intrépido se atreve, que pase una noche en Bugibba... ¡Y que me llame si encuentra algo!
La noche de Paceville indiscutiblemente se lleva la palma: desde las 7-8 de la tarde hasta las... ¡a saber! Pubs por todas partes (como el Benicassim pueblo antiguo, pero multiplicado por 10), ofertas por todas partes, un Burger King para cuando te entre hambre... Y, claro, de anécdotas, ¡miles! Que si furgones, que si polis saliendo de un baño un tanto activos, que si innumerables tablas de chupitos de jaggerboom... ¡y cientos más!

Malta, un lugar para ir con tus colegas, y ¡volver de nuevo con tu colegas! Y si te acompaña un pieza como Ortiz, ¡mucho más que mejor!
Eres increíble, tío. Muchas gracias por dejarte caer ;)
¡¡Te veo en nada!!

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